Los alcances en cultura y turismo

Por Álvaro Belin Andrade




A pesar de que Veracruz es un territorio en que el turismo nacional ha encontrado por décadas el alivio vacacional que sus limitados recursos puede proporcionarles, gracias –entre otras cosas– a la cercanía con la capital del país, la legendaria hospitalidad de sus habitantes y los módicos precios de sus productos y servicios, los últimos gobiernos estatales han acumulado una creciente deuda con este sector considerado uno de los más dinámicos de la economía.

Desde la visión hollywoodesca de Miguel Alemán Velasco, cuyas más fuertes inversiones las aplicó en publicidad y mercadotecnia, favoreciendo pingües negocios de amigos y familiares, hasta la disminuida atención prestada por Fidel Herrera Beltrán, más concentrado en el impulso a la inversión hotelera privada que en mejorar una oferta que permitiera llenar los miles de cuartos habilitados en su sexenio, el turismo ha carecido de una línea estratégica que busque generar derramas económicas crecientes.

En efecto, durante el gobierno alemanista se dio rienda suelta a la imaginación, se empezaron a vender algunas marcas que, en el caso de la Cumbre Tajín, se mantuvieron en el gobierno de la fidelidad, pero casi toda la inversión aplicada, que no fue poca, se destinó a empresas que llenaron sus cuentas gracias a la bondadosa tutoría gubernamental, con la dilapidación de recursos públicos, mientras que otros factores, como las vías de comunicación, el apoyo a las pequeñas y medianas empresas turísticas locales, la capacitación y fortalecimiento del capital humano, no recibieron la atención debida.

Por ello, los turistas de otras entidades e incluso extranjeros que se arriesgaban a acudir a festivales como el de El Tajín, o eran amantes del turismo de aventura o juraban no regresar el próximo año, porque la región Poza Rica-Tuxpan no recibió inversiones en infraestructura de comunicaciones y turismo, y todavía son pocos los inversionistas que arriesgan sus capitales para erigir hoteles en las zonas urbanas aledañas o en la denominada Costa Esmeralda, azotada por los continuos “nortes” y un olvido gubernamental que raya en la ignominia.

Que hayan dirigido la Secretaría de Turismo, Cultura y Cinematografía en el sexenio pasado, primero un amigo del gobernador y luego el compadre del periodista Joaquín López Dóriga, da idea de la importancia que tal sector significó en términos de políticas públicas.

Por si fuera poco, el creciente encono entre el gobernador Herrera y el presidente Calderón hizo trizas las débiles campañas publicitarias a favor de Veracruz. Aprovechando las televisoras nacionales, el gobierno federal enderezó campañas demoledoras que inhibieron buena parte de las intenciones de viaje al estado, con argumentos insoslayables: alta contaminación de las playas, riesgos en carreteras y mal clima, sin parar mientes en si tenían respaldo o no.

La respuesta veracruzana siempre fue débil: se buscaba atajar el impacto mediático de las grandes televisoras con declaraciones que sólo tenían eco en el ámbito regional, como para que los veracruzanos nos sintiéramos defendidos, sin que llegaran los desmentidos a nuestros potenciales visitantes.

Ahora que, si a turismo le fue mal, a cultura ni se diga. Los festivales artísticos que hubieran podido generar flujos turísticos anuales se fueron al caño y, en el caso del centro del estado, sólo fiestas como el carnaval de Veracruz o de La Candelaria en Tlacotalpan han logrado sobrevivir, más por impulso local que por otra cosa. Los demás fueron paulatinamente liquidados.

Lo que vino a poner la última palada al escenario turístico fueron las consecutivas afectaciones derivadas de los fenómenos meteorológicos de entre agosto y septiembre, que también afectaron el patrimonio cultural tangible en diversas partes del estado.






¿Recuperará Duarte este importante filón económico?


Para nadie es un secreto que Veracruz sufre los efectos de una crisis económica severa, pese a que nos han querido hacer creer que los números macroeconómicos indican una supremacía de la entidad en casi todos los indicadores de desarrollo, incluso por arriba de la media nacional.

Estos son datos que tenemos pendientes por revisar, para desvelar el misterio de tanta penuria en medio de espectaculares discursos de tan endiablado optimismo.

Lo cierto es que el turismo puede ser una tabla inmediata de salvamento y, si se hacen las cosas correctamente, puede constituirse en el sector más importante de la economía veracruzana.
Ha sido una buena señal el nombramiento de Leticia Perlasca Núñez como secretaria de Turismo, Cultura y Cinematografía.

Si bien su llegada al cargo tuvo como apuntalamiento el apoyo de la dirigente nacional del PRI, Beatriz Paredes Rangel, lo cierto es que Perlasca es una destacada administradora y política que no acostumbra sólo sobrevolar las dependencias que le encomiendan. Ha dejado huella en sus anteriores encargos y es posible que no haya logrado más no por falta de ganas o capacidad sino por carencia de recursos o por llamados a la medianía de parte de sus superiores.


Y también digo que es una buena señal porque Leticia Perlasca ha trabajado en aspectos educativos y culturales y en ambos casos ha mostrado arrojo, creatividad, innovación, amplitud de miras y trabajo en equipo.

Ya fue directora del Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC) –que estará bajo su mirada por ser parte de la estructura de la secretaría a su cargo–, y en su gestión fue reconocida por el trabajo realizado, sobre todo en aspectos editoriales.

En los últimos seis años dirigió el subsistema de Colegios de Bachilleres de Veracruz, donde motivó la identificación y el orgullo de pertenencia de los miles de estudiantes que cursan su educación media superior en los diversos planteles del estado, consolidó diversos proyectos de modernización y promovió la participación de la comunidad académica en aspectos culturales.

Hoy le corresponde poner piedra de toque en el sector turístico y enlazar con él los bienes tangibles e intangibles de los veracruzanos; no sólo considerar en la oferta aspectos relacionados con infraestructura de convenciones, sino armonizar las diversas manifestaciones culturales que enriquecen los atractivos naturales y los servicios turísticos propiamente dichos.

El gobernador Javier Duarte de Ochoa le ha encomendado rescatar los extremos geográficos de Veracruz, el norte y el sur, para incorporarlos en un programa integrador de turismo, dejando para la historia políticas orientadas a fortalecer solo la infraestructura turística de la conurbación Veracruz-Boca del Río.

Por lo pronto, la construcción en los siguientes años de la autopista Tuxpan-Tampico permitirá integrar económicamente al norte del país, más identificada con Tamaulipas, y dar soporte de comunicaciones a proyectos de explotación turística en aquella región de la entidad.

La región sur ha avanzado desde hace años en materia turística, aunque poco se le ha apoyado desde el gobierno estatal. Tiene, frente al norte, la enorme ventaja de contar con infraestructura carretera y aeroportuaria, por lo que la instrucción del nuevo gobernador puede ser determinante para su configuración como eje de atracción de turismo nacional e internacional.

Esperemos que Leticia Perlasca pueda impulsar estos proyectos. Tiene la oportunidad de figurar en la historia del estado por sus propuestas transformadoras.