Empeñados con Peña Nieto

Por Álvaro Belin Andrade

Conforme se aproxima la hora de las definiciones rumbo a la elección presidencial del 2012, los personajes enfilados a encabezar a los diferentes partidos políticos en la madre de todas las contiendas electorales hacen movimientos para colocarse en mejor posición.

                En Veracruz, por ejemplo, el todavía gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto arrancó prácticamente su carrera no solo rumbo a la candidatura priista sino, según revelan las encuestas, a la residencia oficial de Los Pinos, que representaría el retorno del Partido Revolucionario Institucional al gobierno federal, luego de 12 años reagrupando fuerzas en los gobiernos de los estados, presidencias municipales y congresos locales y de la Unión.

                Con el extraño hermanamiento de las capitales de ambos estados, en que dos mujeres gobiernan pero que fueron las menos notorias tanto en el trasiego de simpatías políticas como en el protocolo, Peña Nieto estableció cabeza de playa en un estado muy importante electoralmente. Él mismo señaló que en ambas entidades se concentra el 20 por ciento de la población nacional.

                Pero tras el telón, lo que muchos analistas han observado es la separación de caminos entre el gobernador Javier Duarte y su antecesor y fuerte impulsor, Fidel Herrera Beltrán, quien días antes se ventaneó en un medio de comunicación para alinear sus preferencias por el actual líder priista en el Senado, Manlio Fabio Beltrones.

                Aunque el evento de hermanamiento, realizado no en Palacio Municipal sino en el antiguo recinto legislativo en Palacio de Gobierno, con varias horas de retraso porque Peña Nieto tuvo que ir a ver a los damnificados de diversos municipios colindantes con el DF junto con funcionarios federales, fue prácticamente a puertas cerradas, su difusión por televisión y medios electrónicos recordó viejos tiempos.

                A 9 días de concluir su mandato, se vio a un Peña Nieto agigantado por los medios de comunicación pese a su baja estatura física, en un evento que tuvo todo el boato del inicio al menos de su precampaña, donde Javier Duarte de Ochoa dio señales inequívocas de adhesión al proyecto más fuerte para recuperar Palacio Nacional para el PRI.



Otros andan de pleito

Mientras eso sucedía en el estado, con la consabida visita al Café de La Parroquia en el Puerto de Veracruz, en el DF las cosas no le iban bien a Marcelo Ebrard, quien se liaba a golpes –políticos, por supuesto– con su amigo y hoy adversario Andrés Manuel López Obrador, con el despido fulminante de su secretario de Desarrollo Social, Martí Batres.

                El origen de la discordia fue la asistencia del Jefe de Gobierno al evento en que Felipe Calderón dio su mensaje por el quinto informe de gobierno, donde le dio la mano, algo inaceptable para las huestes obradoristas que han mantenido su posición de no reconocer el triunfo de quien está a punto de entregar la casa a sus acreedores, sin posibilidad de dejarla a sus correligionarios.

                Las declaraciones de Batres hicieron encolerizar a Ebrard, quien de inmediato le pidió la renuncia si no se encontraba a gusto, la que le fue negada, por lo que optó por el despido.

                Inmediatamente se han soltado los demonios. Hoy Ebrard es balconeado por haber prestado servicios de todo tipo a la exembajadora de Honduras, Rosalinda Bueso, casualmente su actual prometida, a quien le brindó empleo en la Oficialía Mayor desde mayo de 2010, cuando según él no mantenían relaciones de índole amorosa.

                Forma es fondo, decía Jesús Reyes Heroles, y aunque las cosas quieran esconderse tras una nube de humo, lo cierto es que Ebrard empieza a resentir las primeras nevadas de la temporada.

                El exsalinista tendrá que resentir, todavía, la decisión de su partido y de la coalición armada con el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano, sobre si la consulta para elegir entre él y López Obrador se aplica entre miembros de la izquierda (en que tiene todas las de perder) o se abre a la sociedad, donde tendría más posibilidades.

                Otra situación viven los panistas. En la cúspide de las encuestas se ubica, no el Cordero de Dios, sino la extitular de la SEP y exdiputada Josefina Vázquez Mota, por encima de Santiago Creel –que se encamina a su segunda derrota consecutiva– y ya no digamos del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, que la semana pasada recibió tremenda regañina de su jefe por no enfocarse bien en su tarea: la definición del paquete presupuestal y fiscal de 2012.