La UV, ¿en bancarrota?

Por Álvaro Belin Andrade




Junto con otras nueve instituciones de su tipo, la Universidad Veracruzana purga la condena de una situación financiera “insostenible”, por no haber atajado a tiempo el problema de las pensiones de su personal académico y administrativo, según un estudio actuarial realizado para la Secretaría de Educación Pública (SEP), cuyos resultados difunde el periódico El Universal.

En efecto, el texto firmado por la periodista Nurit Martínez hace renacer el fantasma de la enorme carga que representa para las universidades públicas el pago a trabajadores jubilados y pensionados que, en la última década, ha puesto a varias de ellas en situación cercana a la bancarrota, por no haber negociado a tiempo con los sindicatos una fórmula para atenuar las circunstancias y sus consecuencias.

Si se habla del sistema universitario nacional, según el estudio la deuda por jubilación asciende a cerca de 450 mil millones de pesos, una cantidad que alcanzaría para financiar a la UNAM durante 16 años.

El actuario Jorge Soto Pérez, quien encabezó la evaluación, señala que la situación que viven 21 de las 33 universidades públicas estatales –la UV incluida– no sólo puede desestabilizar la economía de las instituciones, sino también la de los estados y la del gobierno federal.

El grave problema es que la solución pasa por la imposición de medidas impopulares que contaría de inmediato con el rechazo de las organizaciones gremiales, consideradas las más duras en términos de sus posturas reivindicativas.

¿Qué medidas deberán tomar, más temprano que tarde, las universidades públicas que, como la UV, se encuentran en el sitio más cercano al precipicio?

De entrada, según las autoridades federales, una reforma que amplíe el esquema para el retiro de los trabajadores, y establecer una edad mínima de 65 años y 40 de servicio en la institución.

De preferencia, evitar que los trabajadores opten por la jubilación a edades tempranas, mediante la creación de estímulos a la permanencia; eliminar las dobles pensiones, fomentar que los trabajadores realicen aportaciones a su fondo de retiro y desligar los aumentos a las pensiones de los incrementos contractuales, atándolos al aumento del salario mínimo o al del Índice Nacional de Precios al Consumidor.

Incluso aventuran medidas retroactivas como la de suspender o disminuir las pensiones a quienes, sin razón, les fueron otorgadas, y eliminar prácticas como el derecho a retiro a los 20 ó 25 años de servicio.

La situación es difícil. Las propias sinergias de afianzamiento de la calidad educativa más bien tendrían que pasar por la jubilación de muchos de los docentes universitarios, para quienes la edad les aleja de la necesaria formación continua y actualización tanto de conocimientos como de prácticas docentes.

Muchos profesores sexagenarios que han formado a decenas de generaciones, en lugar de jubilarse se mantienen en activo porque viven la etapa en que más necesitan los servicios médicos que, en el caso de la UV, son mucho mejores que los que les pueden ofrecer las instituciones de seguridad social.

En fin, que la UV está al borde del precipicio junto con las universidades de Zacatecas, Sonora, Morelos, Michoacán, Estado de México, Guerrero, Guanajuato, Chiapas y Ciudad del Carmen.

En situación que va de lo crítico a lo muy crítico, por detrás de la rayita aunque con riesgo inminente, se encuentran las universidades de Oaxaca, Nayarit, Durango, Tabasco, Querétaro, Puebla, Yucatán, Campeche, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas.

Sólo las universidades de Baja California y Nuevo León y el Instituto Tecnológico de Sonora, tienen la “suficiencia” de financiamiento para enfrentar el número de trabajadores que se retirarán en los próximos 100 años.

Hay dos últimos grupos: el de las que están próximas a hallar la solución del problema (Guadalajara, Ciudad Juárez, Tlaxcala, Baja California Sur y Sinaloa), siempre que no dejen pasar la oportunidad pues de lo contrario las complicaciones aparecerán entre 2023 y 2033; y el de las que tienen la situación medio resuelta (Hidalgo, Aguascalientes, Colima y San Luis Potosí), que tienen una suficiencia económica hasta 2021.

Las demás están fritas.






Clara estrategia para reponer clases


Armando Alejandro Pulido, por si nadie lo conoce, es el delegado en Veracruz de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

¿Hace cuánto llegó al puesto? No lo sé, pero la semana pasada quiso tener su momento de gloria en los medios y, con gesto adusto, giró sus elevadísimas instrucciones: deberán reponerse en el estado las clases perdidas por los fenómenos meteorológicos, así sea en fines de semana.

Con el caballo a medio estero, el funcionario no reparó en quién le ha prestado el cuadrúpedo. No ha sido el gobierno federal el que ha sobresalido por hallar solución a los obligados paros en las actividades docentes, mientras que en Veracruz siempre ha habido más de una estrategia para reparar los daños colaterales que deja en los programas educativos.

Ocurrió cuando se cancelaron actividades escolares por la famosa epidemia de la influenza AH1N1, periodo en que el gobierno federal no pudo reaccionar así fuera con recomendaciones a las dependencias educativas estatales; recientemente, se aplicaron paliativos conforme avanzaban los días en que muchas poblaciones iban quedando bajo el agua, sin que hubiera una recomendación de la estructura federal.

Difícilmente, la SEV adopta actitudes cómodas u omisas frente a problemas que afectan el rendimiento escolar de los estudiantes. Ya la subsecretaria de Educación Básica, Xóchitl Osorio Martínez, había explicado cómo se le iba a hacer para lograr este objetivo.

De entrada, y gracias a su sistema de información, la SEV no habla en términos generales: tiene claro el panorama de afectación, el mapa de los daños y de los quebrantos en infraestructura educativa; ha definido en qué medida se impactó el calendario escolar y ha creado una estrategia diferenciada de cumplimiento del calendario y del programa escolar por cada una de las regiones afectadas.

Con un poco de humildad y ánimo de colaboración, el funcionario delegado se habría reunido con las autoridades estatales, las operativas propiamente, pero para definir en qué podía apoyar; por ejemplo, en tramitar el envío de libros de texto gratuitos para los miles de niños que se quedaron sin ellos por el paso de los sucesivos meteoros.

La subsecretaria Osorio ha informado como se logrará la reposición de las clases perdidas, en planteles de 112 municipios afectados; en 64 de ellos hubo suspensión oficial de clases de manera general, y hay afectaciones diversas en mil 437 espacios educativos. Ello significó afectar a 130 mil 547 alumnos, atendidos por 6 mil 746 docentes.

Y vea cómo enfrentará la SEV el problema, sin necesidad de que el señor delegado (¿o relegado?) haya dispuesto más tiempo del destinado a sus infaustas declaraciones: La estrategia diferenciada de cumplimiento de calendario y programas escolares en primaria y secundaria se ha estructurado y organizado conforme los días de suspensión de clases.

En los lugares en que se suspendieron las clases entre 3 y 10 días, la estrategia académica de recuperación consistirá en un módulo de dos semanas de regularización (del 25 de octubre al 12 de noviembre); donde no hubo clases entre 11 y 20 días, se aplicarán dos módulos por cuatro semanas (25 de octubre al 26 de noviembre); y en aquellos donde la suspensión fue de entre 21 y 34 días hábiles, se aplicarán tres módulos durante seis semanas (25 de octubre al 3 de diciembre).

Y es que de las mil 447 escuelas afectadas por las lluvias en 112 municipios, en algunas la suspensión de clases superó el mes, como en Tlacotalpan, pero en general el promedio de días perdidos fue de dos a tres semanas.

Así lo detalla Xóchitl Osorio, subsecretaria de Educación Básica en Veracruz:

En la región Centro, 17 municipios reportaron escuelas afectadas; el tiempo de clases perdidas oscila entre 3 días en 5 municipios hasta 16 días en 3 municipios. En la región Sur (19 municipios), hubo 3 días sin clases en 7 municipios, pero en Hidalgotitlán las suspendieron durante 23 días. En la Cuenca del Papaloapan, 28 municipios reportaron escuelas con suspensión de clases, desde 3 días algunos municipios, hasta 34 días en el caso de Tlacotalpan; 28 en Cosamaloapan; 26 en Isla; y 24 días en Hueyapan de Ocampo y en Ixmatlahuacan.

Esto puede significar aumento en la jornada de trabajo normal, además del apoyo de Radio Televisión de Veracruz, con las producciones de Canal Educativo. De hecho, todos los proyectos detonadores de la SEV mantendrán el trabajo conjunto para respaldar las acciones de recuperación escolar en los planteles afectados.

Más claridad de la situación no la ha tenido jamás el señor Delegado.












Cultura, el patito feo del gobierno federal

Por Álvaro Belin Andrade




De no hacer nada los legisladores federales, en 2011 el subsector de cultura podría pagar los platos rotos por los desmesurados gastos realizados para conmemorar el bicentenario del inicio de la guerra de Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana.

Ya lo había dicho en Xalapa el escritor Paco Ignacio Taibo II, en ocasión de la presentación de su libro El retorno de los tigres de la Malasia, en la Feria del Libro Universitario: el próximo año, el gobierno de Felipe Calderón hará que la cultura pague su desmesura.


En la propuesta presentada en septiembre por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) se contempla en 2011 para este segmento un presupuesto de 8 mil 920 millones 636 mil 187 pesos, muy lejos de lo aprobado para 2010, que fue de 11 mil 459 millones 498 mil 804 pesos.

La diferencia entre lo gastado este año y lo que pretende Calderón para el próximo es, ¿qué creen?, de poco más de 2 mil 500 millones de pesos, justo lo que se calcula que se ha gastado en la disneylandizada celebración de los centenarios.

Pero hay más. Para la comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, la propuesta calderonista, en términos reales, se ubica 5 mil millones de pesos por debajo del mínimo requerido para cumplir los proyectos del próximo año, cuyo costo rondaría los 14 mil millones de pesos.

La propuesta de nuestro ilustre Presidente es menor incluso al monto ejercido en 2008, cuando el presupuesto total para la cultura fue de 9 mil 423 millones de pesos, y de entonces a la fecha los precios han subido de manera importante.

La tarea para los integrantes de la comisión legislativa y sus demás compañeros diputados de todas las fracciones parlamentarias radicará en entramparse en un análisis profundo para obtener recursos del orden de los 5 mil 100 millones de pesos que permitan enderezar el entuerto que nos colocaría en un escenario de inimaginables penurias, sobre todo si se acepta que incluso la meta es de suyo insuficiente.

Y eso que México es una potencia cultural.

Si consideramos que la cultura es una fuente importante de divisas por la vía del turismo internacional, y dejamos un poco a la deriva la necesidad de los mexicanos de usar y disfrutar nuestros bienes tangibles e intangibles, la desconcertante merma que pretende el gobierno nacional en poco ayudará a incrementar el aporte del turismo a la economía.

Las dependencias que, al menos en el papel, se verán más afectadas son el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), cuyos presupuestos resentirían la mayor parte del recorte; pero también lo sufrirían el Instituto Nacional de Antropología e Historia (con casi 300 millones menos) y el Instituto Mexicano de Cinematografía (al que le quitarían unos 50 millones), entre otras dependencias.

Los únicos que se salvarían serían el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), al que se incrementaría su presupuesto en un 30.5 por ciento; el Fideicomiso de la Cineteca Nacional, que vería mejorados sus recursos en un 17.9 por ciento, y los Estudios Churubusco Azteca (2.7%), además del Centro Cultural Tijuana.

Pese a su falso optimismo, la presidenta del CNCA Consuelo Sáizar, como la hormiguita, ha empezado a establecer estrategias que le permitan atenuar el golpe que le representaría, como están las cosas, una merma el próximo año de más de mil millones de pesos.

No más obras de infraestructura y equipamiento para bibliotecas, museos y centros culturales en los estados del país, no más adquisición de acervos bibliográficos; más bien, enfocarse en los proyectos en línea como bibliotecas virtuales, paseos arqueológicos o exposiciones en Internet.

Teresa Vicencio, directora del INBA, deberá cancelar proyectos orientados a fortalecer la infraestructura cultural y de educación artística. Si bien este año logró el remozamiento del Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México, cuyo costo fue de unos 400 millones de pesos, para 2011 tendría que desaparecer de sus planes la rehabilitación del Conservatorio Nacional de Música y el Centro Cultural del Bosque.

En este contexto, es realmente deplorable que el gobierno federal siga incrementando el número de plazas para la alta burocracia. Según un estudio del Senado de la República, en 2011 el número de plazas de la alta burocracia no sólo se mantiene sino que se incrementa en algunas secretarías como las de Gobernación (Segob), que pasa de 128 a 144, y de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), de 101 a 124.

¡Cosas veredes, mi Señor!, diría Sancho Panza.





Universidades públicas, asediadas por el poder


Entre conmemoraciones y confrontaciones, las universidades públicas del país viven un momento difícil que puede significar el inicio de una escalada autoritaria de origen variopinto, cuyos inconfesables objetivos lo mismo se emparentan con la venganza política que con previsiones electorales, recalcitrantes ideologías de derecha o simples forcejeos entre grupos cupulares para definir quién tiene más fuerte el músculo político.

Aunque la SEP puso en letras de oro en su muro de honor el nombre de la UNAM (junto a los Francisco I. Madero, Ricardo Flores Magón y Octavio Paz), en conmemoración del primer centenario de su fundación, lo cierto es que personajes del panismo han hecho hasta lo indecible por sacrificar el presupuesto que se otorga a la máxima casa de estudios del país.

Sea desde el Congreso de la Unión o desde la propia estructura gubernamental federal, sin omitir a la Secretaría de Educación Pública, la Universidad Nacional Autónoma de México ha sido señalada de no ejercer adecuadamente su presupuesto, un paso indispensable para justificar un sacrificio mayor a sus asignaciones presupuestales.

Y sí, el asedio contra universidades públicas es variopinto.

Lo confirman las agresiones que están sufriendo, por un lado, la Universidad de Guadalajara por parte del gobernador panista Emilio González Márquez, el mismo que sufre de “asquitos” cuando le hablan de matrimonios entre personas del mismo sexo, y por otro, la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), cuya autonomía ha sido violentada y puesta en jaque por el gobernador priista Jorge Herrera Caldera, no bien llegó al poder luego de dejar los pelos en el alambre.

Y, así, quienes aquí atacan la autonomía universitaria, más allá la defienden a brazo partido y se vuelven los más avanzados teóricos de lo que debe ser una universidad responsable y coherente.

Lo digo porque el PAN, representado en Jalisco por el gobernador Emilio González Márquez, no sólo ha mermado criminalmente el subsidio estatal a la Universidad de Guadalajara sino que ha bloqueado la entrega de las ministraciones del subsidio federal que, por desgracia, pasan por el filtro de su gobierno antes de aterrizar a la universidad a la que han sido etiquetados.

Su batalla contra la UdeG ha llegado al grado de poner en entredicho la realización de uno de los eventos culturales más importantes no sólo de Jalisco o del país sino de toda Latinoamérica, la Feria Internacional del Libro (FIL), considerada la segunda más importante e influyente del mundo, luego de la de Frankfurt, Alemania.

El panismo recalcitrante, la derecha casposa que sufre de urticaria cuando le hablan de financiar la educación pública, puede en cambio defenderla con extremada claridad cuando es atacada por el PRI retrógrada, como sucede en el caso de Durango, gobierno que estuvo a punto de tener en sus manos de no ser por los recursos que a favor de Jorge Herrera Caldera dispuso el ex gobernador Ismael Hernández Deras.

El propio titular de la SEP, el panista Alonso Lujambio que nada ha dicho contra el bloqueo del subsidio federal que sufre la UdeG por parte de su correligionario jalisciense, en cambio fijó postura oficial respecto lo acontecido en la UJED:

“La Secretaría de Educación Pública expresa su preocupación por los riesgos de polarización social derivados de las decisiones de los poderes públicos del Estado de Durango, que han incidido en el proceso de elección del Rector de la Universidad Juárez del Estado de Durango.

“Si bien la definición última respecto de los medios legales hechos valer por una de las partes corresponderá a las instancias judiciales competentes, es preocupación de esta Secretaría procurar que en las relaciones entre las instituciones educativas y los distintos poderes y órdenes de gobierno prevalezca siempre la armonía y una conducción dentro de los cauces institucionales, en especial el relativo a la autonomía de las universidades públicas”.

Los propios panistas duranguenses se han manifestado en torno a la violencia porril asumida por el gobernador Herrera contra la casa de estudios de su estado. Alejandro Zúñiga, dirigente municipal del PAN, culpó al gobernador Herrera Caldera de seguir su “manoseo” en la UJED, al poner a su antojo a rectores afines a sus intereses, lo que vulnera la autonomía con que debiera conducirse esa Máxima Casa de Estudios.

En fin, que en este mundo matraca, de bandear nadie se escapa; bandea el buey y bandea la vaca, bandea el rey, el obrero y el Papa…






La vocación cultural de Xalapa

Por Álvaro Belin Andrade


A principios de su deplorable gobierno, el alcalde David Velasco Chedraui tuvo la extravagante idea de convertir a Xalapa en un punto dentro de los circuitos de turismo religioso del país, poniendo como estandarte al en ese entonces recién santificado Rafael Guízar y Valencia.

La parafernalia puesta en juego a manera de tentarle el agua a los camotes provocó reacciones inmediatas de quienes vieron en ello no sólo una tontería sino la manera más frívola de trastocar el carácter laico del Estado y el gran aporte de los liberales veracruzanos.

El tema que más erizó los pelos aún de los más calvos oponentes fue la intención de sembrar una enorme escultura del santo en el centro de la Plaza Lerdo, nombrada así por el liberal xalapeño Sebastián Lerdo de Tejada, Presidente de la República de 1872 a 1876.

Lerdo apoyó y fortaleció la aplicación de las leyes de reforma, expedidas por el presidente Benito Juárez en Veracruz, que limitaban el fuero del que gozaba el clero, nacionalizaban los bienes eclesiásticos e instauraban el registro civil. Una ley con su nombre obligaba a las corporaciones civiles y eclesiásticas a vender casas y terrenos.

Hoy olvidada en las jardineras del distribuidor vial de las inmediaciones de la plaza comercial Américas, la estatua de Rafael Guízar y Valencia hubiera sido una bofetada al histórico pensamiento liberal de los veracruzanos y, particularmente, de los xalapeños.

Por fortuna, la iniciativa no prosperó, pero tampoco ha prosperado la idea de convertir a la capital de Veracruz en un centro de atracción para la enseñanza, creación y disfrute de las manifestaciones artísticas.

Ninguna instancia pública ha emprendido acciones de coordinación para aprovechar la real vocación de nuestra ciudad, una vocación de décadas. Gracias a administraciones estatales y universitarias lejanas en el tiempo, la capital veracruzana es reconocida en el país y el extranjero como un verdadero centro cultural, pero poco se colabora para hacer realidad esa imagen.

Desde la actividad musical y editorial, la mayoría impulsada por la UV, hasta la proliferación de grupos independientes que están haciendo propuestas interesantes en las artes escénicas, pasando por la formación profesional de ejecutantes y artistas plásticos, Xalapa tiene todo para convertirse en un centro de atracción nacional e internacional en el área cultural y, de paso, convertirse en un destino turístico especializado.

A diferencia de otras ciudades que han logrado ese carácter, como Guanajuato con su Festival Internacional Cervantino, Xalapa puede no depender exclusivamente de espectáculos foráneos para contar con una oferta amplia y diversificada para miles de visitantes.



¿Centro internacional del jazz?


En Xalapa han germinado diversas manifestaciones musicales. Aquí pervive la orquesta sinfónica más antigua del país, administrada por la Universidad Veracruzana, que recién ha cumplido 81 años de vida no sin algunos contratiempos.

Músicos de la talla de Pablo Casals (hay una calle con su nombre en la colonia Federal) y de Mstislav Rostropóvich pusieron bandera a la ciudad en el mapa mundial. En 1959, ambos participaron en el primer Festival de Música Pablo Casals y en el segundo Concurso Internacional de Violonchelo, que se celebraron en Xalapa.

Desde los años setenta, la afición por el jazz ha convertido a la ciudad en punto de referencia no sólo nacional sino también internacional.

Los grupos de ejecutantes han proliferado y se han celebrado importantes encuentros en que no sólo se disfrutan audiciones de extraordinaria calidad sino también se ofrecen talleres, clases magistrales y cursos que son aprovechados por músicos de todo el país. Espectáculo y formación académica se conjuntan en una ciudad que, colateralmente, puede vender otros atractivos.

Hoy, por desgracia, uno de ellos, el JazzFest, ha preferido ir a la búsqueda de nuevos patrocinios en universidades, gobiernos y empresas de otros estados del país, Puebla en particular, pero fue un importante dinamizador de este género musical, pese a filias y fobias que nunca faltan en ningún terreno de la vida.

Pero ha crecido, en contraparte, una propuesta liderada por el pianista Édgar Dorantes, que no sólo ha logrado colocar su marca, JazzUV, en un festival que en noviembre próximo tendrá su tercera edición, y en la que se conjunta la participación de leyendas internacionales del jazz con una línea educativa, que permite la retroalimentación y el aprendizaje de todos los participantes. No está demás observar que el 80 por ciento de las actividades será gratuito.





En noviembre, el Festival JazzUV


Con una fuerte vocación educativa, el tercer Festival JazzUV busca fomentar y desarrollar escenarios con músicos, especialistas, escritores y artistas de varias disciplinas a nivel internacional, para convertirse en una plataforma de promoción dentro del movimiento jazzístico nacional.

El cubano Francisco Mela, uno de los músicos favoritos de la élite de Jazz radicados en Nueva York –como Joe Lovano (UsFive), John Scofield (John Scofield Trío), Joan Brackeen, Kenny Barron Trío–, es nada menos que el director artístico de esta tercera versión, que se celebrará del 8 al 14 de noviembre.

Y mire usted quiénes vendrán a Xalapa para este importante encuentro: McCoy Tyner, quien formó parte del cuarteto de John Coltrane; Jack DeJohnette, Mulgrew Miller, Lewis Nash y Ray Drummond, a quienes se unirán músicos y agrupaciones nacionales de jazz.

Como parte del programa se incluyen exposiciones de artes visuales, ciclos de teatro, danza y cine, incluyendo eventos para niños, además de los habituales conciertos en teatros y al aire libre, mesas redondas, clases maestras y jam sessions en un circuito de aproximadamente 15 foros culturales que convocarán a más de 12 mil personas.





Casi mil 500 planteles afectados por Karl


La SEV ha recaudado 12 millones 785 mil pesos para apoyar a profesores, empleados y administradores del sistema educativo veracruzano que fueron afectados en sus viviendas y en sus demás pertenencias como efecto del paso del huracán Karl y la tormenta tropical Mathew.

En este trabajo exitoso, que está siendo organizado para su exacta aplicación por un comité ciudadano, ha sido fundamental la solidaridad de los trabajadores de la educación. Según el último reporte oficial, por vía de descuentos voluntarios vía nómina, unos 25 mil trabajadores de la SEV aportaron más de 6.4 millones de pesos.

La propia dependencia ha proporcionado al comité de transparencia el censo con el número de trabajadores al servicio de la educación que resultaron afectados, a quienes se apoyará tomando en cuenta tres criterios: el ingreso del trabajador afectado, la gravedad de los daños y su ubicación geográfica, luego de realizar un proceso de validación de los daños reportados hasta el momento.

Otros afectados han sido los planteles educativos. Las cifras sobre daños sufridos por los planteles educativos del estado son inquietantes.

En el caso de educación media superior y superior resultaron afectados 48 planteles. Los más en número han sido telebachilleratos (19 planteles), seguidos de ocho colegios de bachilleres (Cobaev), cinco planteles de Conalep (tan solo el ubicado en el Puerto de Veracruz resintió la pérdida de 150 equipos de cómputo); cuatro centros de bachillerato tecnológico, industrial y de servicios (CBTIS), tres bachilleratos generales, tres centros de estudios científicos y tecnológicos (Cecytev), dos Icatver, dos planteles Cecatis y dos centros de bachillerato tecnológico agropecuario. Los trabajadores afectados suman 139 docentes, administrativos y personal de apoyo.

En el nivel de educación básica, los espacios educativos afectados pasaron de 975 a mil 276, en un número de municipios que pasó de 93 a 110. De esta cauda de planteles dañados, 446 son de educación preescolar, 469 primarias, 350 secundarias y 11 escuelas de educación especial. Derivado de ello, la cifra de alumnos afectados pasó de 92 mil 49 a 112 mil 521: en jardines de niños, 17 mil 152 alumnos; 51 mil 148 de primaria, 38 mil 398 de secundaria y 574 de educación especial. Los trabajadores afectados suman 5 mil 807.

La tarea por realizar se percibe titánica, para rehabilitar espacios y, luego, recuperar los días de clases perdidos.





Escritura maya e internacionalización de la UV

Por Álvaro Belin Andrade




Absortos en la firma de convenios menos ricos en colaboración interinstitucional que en impacto mediático, los funcionarios de la Universidad Veracruzana han prestado una casi nula atención a un proyecto concebido para rendir frutos magníficos en el estudio de la escritura mesoamericana, partiendo de la cultura olmeca y recalando en la maya, que puede darle a la arqueología veracruzana –particularmente a la que hace décadas tiene como principal referente a la UV– un peso extraordinario en el ámbito internacional.

Y es que, en efecto, los funcionarios universitarios, comenzando por su rector, están en lo suyo: fortaleciendo lazos de amistad internacional, así sea en temas y con instituciones que poca exigencia le significan para el futuro académico, pero que les proveen de reflectores mediáticos en momentos en que por torpezas organizativas u omisiones comunicacionales han quedado a expensas de la crítica por no haber actuado institucionalmente, de manera oportuna, ante la desgracia que, para miles de veracruzanos (alumnos, profesores y trabajadores universitarios, incluidos), ha significado la devastación producida por los fenómenos meteorológicos recientes.

Allá ellos…
Lo cierto es que, a contrapelo de sus dirigentes, la UV se ha incorporado a uno de los proyectos más promisorios de la arqueología mundial, al lado de una corriente que, pese a ser ignorada durante el largo periodo de la llamada Guerra Fría, logró lo que otras escuelas, como la norteamericana, no hicieron: el desciframiento de la escritura maya, proeza que sólo el tiempo ha logrado reconocer en la persona del investigador Yuri Knórosov (1922-1999), lingüista, epigrafista y etnólogo ruso que encabezó el equipo.

Es evidente que las alianzas de colaboración académica se fraguan en la base. La similitud o el interés compartido en objetos de estudio por parte de los investigadores es lo que permite acuerdos que, a la postre, resultan fructíferos, a diferencia de aquéllos que se establecen desde las cúpulas administrativas, los que invariablemente naufragan en el olvido, cuando no en cuadernillos conmemorativos o en simples congresos que sólo sirven para el anecdotario.

La iniciativa alimentada con el entusiasmo irreverente de Pedro Jiménez Lara, investigador del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales, apunta a la creación del Instituto para la Escritura Mesoamericana y Maya, que tendrá como soportes académicos a la Universidad Estatal de Rusia de Ciencias Humanas (Moscú), el Centro de Estudios Mesoamericanos Yuri Knórosov (Moscú), la Universidad Veracruzana y el parque eco arqueológico Xcaret, en la Riviera Maya de Quintana Roo, que será la sede del instituto, con la idea de darle continuidad a los trabajos del doctor Knórosov, impulsados por la doctora Galina Yershova.

En lo que va del año, los representantes de los cuatro socios fundadores se han reunido para ir precisando aspectos organizacionales y académicos. En febrero se reunieron en Xcaret, en septiembre reciente lo hicieron en Moscú, hasta donde llegó Pedro Jiménez acompañado por el secretario Académico de la UV, Porfirio Carrillo, y en diciembre próximo volverán a reunirse en Quintana Roo, para inaugurar el centro e iniciar las investigaciones.

Para tener una idea de la importancia que reviste el fortalecimiento de los estudios en materia de escritura precolombina, tendríamos que echar un vistazo a lo hecho por Yuri Knósorov en los años cincuenta.

En 1952 publicó un artículo esclarecedor para el desciframiento de la escritura maya, “La escritura antigua de América Central”, en que aseguraba –según la escasa información que ofrece Wikipedia– que los glifos escritos por los antiguos mayas consistían tanto de logogramas (signos usados para representar una palabra completa) como de signos fonéticos, en los que cada glifo representa una combinación consonante-vocal. El anticomunismo enquistado en los estudiosos norteamericanos en la época de la Guerra Fría, hicieron al científico ruso objeto de múltiples descalificaciones, que habrían de caer hasta mediados de los años noventa, cuando le fue reconocido su aporte.

¿Fueron los mayas enteramente iniciadores de la escritura descifrada? Lo que pretende el instituto internacional de próxima creación es realizar trazos hacia atrás en la historia.

Según Pedro Jiménez, arqueólogo por la UV, con maestría y doctorado en Etnología y Antropología Social por la Universidad de La Sorbona París I y con un posdoctorado en Arte Rupestre por la Universidad Federal de Pernambuco (Brasil), lo que emprenderá este centro de investigación será indagar en la cultura madre, la Olmeca, para descubrir sus antecedentes. Y es que se considera que la escritura mesoamericana tuvo sus inicios en la fase identificada como epi Olmeca en regiones veracruzanas; después hubo grupos que la adaptaron a sus necesidades; en algunos casos, la modificaron, y en otros, la refinaron, como fue el caso de los mayas.

Y a este trabajo que incluirá a la UV en un proyecto de tal importancia, acude no sólo Pedro Jiménez sino también la doctora Gladys Casimir, miembros ambos de la Academia de Ciencias Antropológicas, de la que el primero es secretario ejecutivo, y que aglutina lo más selecto de la antropología, la arqueología, la lingüística, la antropología física y la prehistoria en México/Mesoamérica, lo que da idea del reconocimiento que han merecido los dos científicos de la UV en los ámbitos nacional e internacional y del que carecen en su propia casa de estudios, tan preocupados sus dirigentes en enfocarse a las ciencias políticas y sociales en razón de los reflectores que acarrea al grupo que hoy es privilegiado.

En el proyecto participa, por la parte rusa, nada menos que la continuadora del trabajo de Knósorov, Galina Yershova, directora del Centro de Estudios Mesoamericanos de Moscú, y quien ha dirigido su interés académico en la epigrafía maya, los problemas de la conciencia religiosa y la teoría de la auto-organización del antroposistema, además de ser autora de nueve libros y más de 200 textos científicos, divulgativos, de crítica literaria y de creación.

De ese tamaño será el proyecto, aunque no merezca ni un asomo de interés por parte de la rectoría.




Los saldos del desastre


No hay manera de cuantificar lo que el huracán Karl le robó a miles y miles de veracruzanos.

Tan solo por mencionarlos en un rápido inventario: daños materiales, más graves incluso que si hubieran sido producidos por un terremoto; decenas de muertos, muchos de los cuales no son reconocidos como víctimas del meteoro y otros cuyos cuerpos ni siquiera han sido recuperados; economías de diversas escalas devastadas, algunas desde su raíz; desaparición total del menaje de miles de familias, incluyendo documentos personales, testimonios y reliquias atesorados por décadas; destrucción del paisaje por la aniquilación de cultivos, la caída de miles de árboles, la deformación de los cauces hidrológicos, la creación de nuevos estuarios.

Pero lo más grave ha sido el surgimiento espontáneo y masivo de una sensación de vulnerabilidad, de riesgo permanente, de zozobra inaudita, que ha encendido en miles de veracruzanos un irracional temor por los fenómenos de la naturaleza, así sean una simple lluvia o el crecimiento mesurado en los niveles de ríos, arroyos y lagunas.

Si a ello agregamos una circunstancia real de indefensión, de riesgo sanitario, de hambre, de inadecuación, de rapiña, de esperanzas fallidas, de falta de un sitio donde recrear la intimidad, donde llorar sin ser visto o entrevistado por un reportero o tomado in fraganti por un fotógrafo; de ruptura con la cotidianeidad, con el tren de la vida y el trabajo, con la escuela, con las creencias, con los proyecto mediatos e inmediatos, ya podremos imaginarnos qué tanto tardaremos los veracruzanos en recuperar esa fuerza y esa energía humana que ha parecido difuminarse hasta el grado de acercarse a su temporal extinción. Porque lo que se ha perdido son décadas de trabajo.

Y hay sectores de la población a los que nadie pide opinión, pese a agregar a todos los males numerados otros que uno parece no tomar en cuenta. Uno de ellos es el de los niños y jóvenes que durante un buen tiempo deberán dejar a un lado su proceso educativo, sea porque sus planteles han sido destruidos o afectados por la fuerza de la naturaleza, porque deben incorporarse a actividades productivas junto con sus padres para paliar los efectos económicos o porque como parte de lo perdido durante las inundaciones se encuentran libros, cuadernos, libretas, lápices, mochilas, reglas, tareas ya hechas, obligaciones por cumplir, conocimientos barridos por la corriente, canchas deportivas cubiertas por una gruesa capa de lodo, amigos que nunca volverán a ver.

Es de tal gravedad la situación que en muchas comunidades las clases se iniciarán más tarde de lo esperado. Maestros y padres de familia deberán tomar la escoba para limpiar los salones, pero eso será después de recuperar lo poco o mucho que les dejó en casa la catástrofe. Los maestros deberán reevaluar a los estudiantes, ya perdidos los registros de asistencia y las calificaciones; las autoridades de registro civil deberán trabajar a brazo partido para recuperar documentos esenciales como las actas de nacimiento, mientras que las autoridades escolares deberán buscar en sus archivos para elaborar certificados de estudios. Porque en muchas comunidades, en muchas colonias, en muchas ciudades, las familias perdieron todo, absolutamente todo.

La tarea reconstructiva está pasando su etapa intensiva, la de salvar vidas, la de romper los diques para que el agua que se salió de madre regrese a sus cauces, la de dar a las personas el alivio de una pequeña despensa, agua potable, ropa para protegerse, calzado, trabajo remunerativo, un sitio donde escampar. Pero lo que sigue es de tal magnitud y requerirá de tanto tiempo que será necesaria la participación prolongada de quienes sí tenemos casa, trabajo y seguridad.

A quienes durante un fin de semana, en lugar de festejar el bicentenario del inicio de la guerra de Independencia, lucharon por sus vidas frente a un enemigo de proporciones gigantescas, buscaron refugio en las azoteas de sus casas, se aferraron al tronco de un árbol para salvar la vida, vieron sus casas y pertenencias ser arrastradas por el agua, habrá que ayudarlos con todo nuestro empeño y solidaridad. No sólo ahora, en estos días en que todavía se percibe en el ambiente el olor y la música de la destrucción, sino durante los siguientes meses del año e, incluso, en los primeros del 2011, y con ello tengan fuerzas para recuperar al menos lo esencial para seguir en pie.

Y uno de nuestros objetivos deberá ser recuperar a miles de niños que hoy no tienen escuela, no tienen libros, no tienen útiles escolares e, incluso, no tienen casa.



Las escuelas también lloran


Desde principios del mes de agosto, la naturaleza ha sido dura con Veracruz. El 8 de ese mes, una tormenta tropical puso en jaque a tres ciudades ribereñas, afectadas por los desfogues de presas: Minatitlán, Tlacotalpan y Cosamaloapan. Pero junto con ellas, que llamaron la atención nacional, decenas de comunidades y cabeceras municipales rurales sufrieron inundaciones que, en muchos casos, todavía persisten.

Esa primera manifestación de una cadena de desgracias afectó duramente al sector educativo. En los centros urbanos mencionados y en las zonas rurales aledañas 384 escuelas resultaron dañadas, mientras que 60 planteles fueron habilitados como albergues, de los cuales todavía hace unos días cinco se mantenían con esa función. Un cálculo conservador que imaginara 120 alumnos por escuela (20 por grado), nos arrojaría más de 46 mil alumnos sin clases, que debieron ser apoyados con clases por televisión y apoyos directos en los albergues en los cuales se mantuvieron con sus familias.

Con el huracán Karl, a partir del 20 de septiembre, luego del infausto puente por el bicentenario, dejaron de funcionar por diversas afectaciones, incluso la destrucción total, 347 centros educativos de 201 localidades, en que dejaron de realizar tareas educativas 48 mil 237 alumnos y 2 mil 254 maestros. Además, 58 planteles escolares fueron habilitados como albergues en 21 municipios veracruzanos.

El cálculo de la Secretaría de Educación (SEV) es que se deberán reponer más de 220 mil libros de texto gratuitos a los alumnos del nivel de educación básica, que ya se gestionan ante la Comisión Nacional del Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg), y que deberá implementar un programa especial de reposición de documentos oficiales, como certificados y boletas de calificaciones, entre otros.

Ya hablaremos en entregas posteriores sobre lo que el sector educativo hace o deja de hacer para reiniciar lo más pronto posible las clases en todos estos planteles y de qué manera el gobierno federal coadyuva en esta tarea, luego de la visita del secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, a Veracruz. Debió pegarnos Karl para tener de regreso en tierras veracruzanas, por primera vez en tareas de su investidura, al titular de la SEP.




Daños en patrimonio histórico


Los daños causados por el huracán Karl y las secuelas de la depresión tropical Matthew han afectado a cientos de miles de veracruzanos. Lo hará por meses y tal vez por años, porque no sólo afectó casas sino que también arrasó con negocios, sistemas productivos y, por ende, empleos, cuya recuperación será dilatada. En muchos casos, los daños ni siquiera podrán restañarse.

Pero hay una afectación adicional. Fue de tal magnitud el impacto de los meteoros que en unas cuantas horas lograron lo que el paso de los siglos no había podido hacer: dañar severamente el patrimonio histórico.

En La Antigua, una de las poblaciones en que pegó frontalmente el huracán Karl, cayeron los árboles cuyas raíces parecían mantener en pie la primera morada de Hernán Cortés, construida con corales y piedras de río. Los vientos hicieron que se desplomaran, y en su caída derruyeron los muros levantados hace más de cinco siglos. Vientos de más de 190 kilómetros por hora y la salida de madre del río La Antigua, dieron al traste con una construcción emblemática, levantada en ese lugar en 1525 precisamente para protegerse de los vientos del norte y los huracanes que, en cambio, ponían en riesgo las primeras chozas construidas en donde hoy se erige el Puerto de Veracruz.

Según la directora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Veracruz), Patricia Castillo Peña, en Tlacotalpan –ciudad considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad– las inundaciones que mantienen a esta joya arquitectónica bajo el agua desde hace más de dos semanas han dañado al menos 10 edificios emblemáticos, como la catedral de la Virgen de la Candelaria, el santuario de San Cristóbal y la iglesia de San Miguelito, todas erigidas a finales del siglo XIX, y junto con ellos, el Museo de la Ciudad y más de 500 casas de gran valor artístico y cultural.

Si nos atenemos a sus apreciaciones, los daños son reversibles. El INAH activará un seguro para subsanar las afectaciones, que ella considera en pintura o filtraciones. Lo cierto es que miles de objetos y documentos históricos habrán sucumbido por la fuerza del torrente y por las sucesivas inundaciones que se han incrementado hasta cubrir, en algunos casos, las habitaciones, si consideramos que la inmensa mayoría de las casas tlacotalpeñas son de un solo piso. Y es posible que algunas edificaciones terminen en escombros.

Otros vestigios dañados, en una relación somera hecha por la funcionaria federal, se localizan en la zona arqueológica de Zempoala y en Puente Nacional, además del Museo de Santiago Tuxtla.

El huracán no perdonó nada.