El difícil compromiso en Salud


Por Álvaro Belin Andrade



Algo debe estar aconteciendo dentro de la Secretaría de Salud, que dirige el doctor Pedro Anaya Rivera, que está generando mucho ruido y levantamientos sindicales que han pasado de la diatriba a la descalificación del titular e, incluso, al insulto.


Nada justifica atacar de manera tan altisonante a un funcionario, sobre todo si apenas ha entrado al servicio de una dependencia que, de lejos, ha venido arrastrando pendientes, tanto en materia de atención de la población a la que debe servir como de los trabajadores que de ella se sirven Pero, haciendo a un lado epítetos como el de ignorante, que le endilgó José Antonio Medina Fernández, dirigente del sindicato en Orizaba, lo cierto es que las cosas no están funcionando adecuadamente.


Esta disfunción administrativa puede pasar por alto en dependencias de otra naturaleza, y no pasa nada, pero en la que tiene a su cargo el cuidado de la salud de los veracruzanos, puede tener consecuencias fatales.


¿Qué está pasando en materia de Salud en Veracruz? De entrada le ha pegado todo el tema de la obligada austeridad que debió obligar a recortar gastos que, a la luz de los nuevos funcionarios, pudieron parecer prescindibles.


Trabajadores de varias jurisdicciones sanitarias, como las de Veracruz, Orizaba y Xalapa, por ejemplo, han realizado paros de brazos caídos. Ellos son los que tienen relación directa con un número creciente de beneficiarios, a los que deben atender con prisa y sin las condiciones en infraestructura e impedimenta sanitaria.


No sólo deben atender con abulia y premura a los pacientes, cuya cuota por médico y personal de enfermería se ha elevado en razón de la cancelación de plazas y la incorporación de derechohabientes que provienen del Seguro Popular, sino que además deben lidiar con la falta de medicamentos, instrumental, espacios, vehículos y combustibles.


En efecto, en las instalaciones de sanidad no se cuenta ni con lo más indispensable para prestar atención; los trabajadores de salud se quejan de que no cuentan ni con alcohol, gasas, mejoralitos, mucho menos ambulancias, personal suficiente, papelería, consultorios equipados.



Si hubiera una real certificación de los servicios de salud en Veracruz, saldríamos muy raspados, y entonces, el difícil tránsito de recursos federales al estado para esa materia se haría prácticamente un calvario.


Sería torpe echarle la culpa al primer funcionario que anunció el gobernador Javier Duarte en su gabinete. Se lidia con carencias que se han traslapado en medio de la verborrea frenética e ineficaz de quien nos dejó en la calle en el sexenio pasado.


Sin embargo, así como incrusta en el discurso gubernamental la promesa de mejorar la calidad de vida de los veracruzanos, algo se debe hacer a nivel de piso para hacerlo posible en el tema de la salud.




Recursos frescos, necesarios




El anuncio hecho por el gobernador Javier Duarte de Ochoa de una disposición de hasta 2 mil 500 millones de pesos para obras de infraestructura en varios municipios veracruzanos, ha caído como agua fresca en medio del desierto.


Apenas comentábamos sobre la miseria con que han iniciado sus gestiones los alcaldes veracruzanos, para quienes el cargo les estaba significando una suerte de tauromaquia, pues han debido capotear y realizar diversas suertes para evitar la embestida de una población a la que el vendaval fidelista y el de la naturaleza mantiene con varias banderillas clavadas en el lomo.


Y ha sido un impuesto, el del 2 por ciento a la nómina (cuya modificación anunciada por el secretario de Finanzas, Tomás Ruiz, provoca una reacción negativa entre empresarios), el que ha permitido –al menos, en la planeación– disponer de recursos frescos para reactivar la economía y el desarrollo en el corto plazo.


Ha trabajado bien Alfredo Ferrari Saavedra, vocal ejecutivo del Fideicomiso Público de Administración del Impuesto sobre Erogaciones por Remuneraciones al Trabajo Personal.


Ha logrado que, contra lo que publicamos en anterior entrega, el gobierno estatal entre al quite para que los alcaldes dejen de ser meras figuras decorativas y contemplativas, solo atentos a realizar excesivos cacareos para huevos insustanciales. ¡Enhorabuena! Síguenos en las redes sociales: Twitter: @HoraLibre / Facebook: Hora Libre / Blog: http://horalibreconcriterio.blogspot.com/ Correo electrónico: belin.alvaro@gmail.com


Municipios en la miseria

Por Álvaro Belin Andrade




Los municipios veracruzanos están en la miseria. Las tropelías cometidas en administraciones pasadas los tienen postrados y, prácticamente, sin posibilidad de responder a los ciudadanos; en la mayoría de los casos, ni a sus propios trabajadores.

Es una bomba de tiempo. A excepción de los grandes municipios, que han logrado una buena recaudación por concepto de impuesto predial, la mayoría no se puede decir que vivan al día, porque las deudas heredadas les llevará mucho tiempo para solventarlas.

Entre abultadas deudas con proveedores, casi todos los ayuntamientos están prácticamente imposibilitados para responder a las necesidades ingentes de la población.

No se trata de emprender nuevas obras públicas; incluso la prestación de los servicios esenciales como agua, recolección de basura, vigilancia, alumbrado, cuidado de parques y jardines, todo está paralizado. No hay recursos en caja.

Los nuevos alcaldes tomaron sus puestos con la novedad de que tenían enormes deudas con la Comisión Federal de Electricidad, con el Instituto Mexicano del Seguro Social, con empresas telefónicas, constructoras, sus propios empleados.

El parque vehicular con que cuentan está casi inservible y los trabajadores tienen serias dificultades para cumplir con sus funciones, a no ser exponiendo su propia integridad física. No hay para viáticos ni para composturas.

Para colmo, la mayoría enfrenta laudos laborales que los coloca en situación vulnerable pues tendrán que pagar salarios caídos y/o liquidaciones, cuando no la reincorporación de extrabajadores a sus puestos de trabajo, lo que implicará una nómina abultada para sus de por sí endebles finanzas.





De obritas y débiles artificios


Las autoridades municipales son las más cercanas a la gente, aquellas a las que acude la población para resolver los problemas inmediatos, y no hay para cuando la situación mejore porque, por otro lado, el gobierno estatal sufre de la misma enfermedad.

La situación de Veracruz, independientemente del impulso que está recibiendo su actividad turística, poco o nada variará en los próximos meses. La realidad es que no hay dinero y, muy difícilmente, el gobierno estatal acudirá en apoyo de las autoridades locales.

Lo grave es que, para tapar el ojo al macho, alcaldes como los de Xalapa, Veracruz y Boca del Río, entre muchos otros, están destinando recursos a tareas que solo sirven para engañar, como gastar en pintar semáforos, celebrar actos políticos para recibir falsos vítores por obritas cuyos costos, a veces, son menores a los erogados en los fastuosos protocolos, o anunciar becas escolares, insuficientes en cantidad y en monto.

No hay planes municipales de desarrollo porque las metas y objetivos no se pueden plantear cuando negros nubarrones financieros se ciernen desde el mismo día en que pisaron sus oficinas en los ayuntamientos.

Se acercan, por ejemplo, a las oficinas del DIF, a la Universidad Veracruzana o a algunas asociaciones civiles para elaborar programas asistenciales que poco les cuesta, o se dedican a tomarse la foto barriendo playas, y con ello tratan de contener el creciente malestar de la población.






¿Cuánto durará la sequía?


Es posible que esta estrategia les dure seis meses. Y hablo no solo de las autoridades municipales sino también de las estatales. Pasado ese periodo, los veracruzanos se preguntarán cuándo van a iniciar a gobernar y dejarán de administrar.

Hay funcionarios que piensan que los comentaristas políticos obran de mala fe o están desinformados cuando señalan la ineficacia de sus gestiones. Es posible que no solo sea asunto de su inexperiencia o poca imaginación sino en efecto de falta de recursos, de visión, de esperanzas.

Varios de ellos empiezan a desesperarse. Llegaron a sus puestos para promoverse políticamente con miras a las elecciones federales de 2012; querían colocarse en la fila de la cadena improductiva y no andar penando con conflictos que les saltan como langostas.


Lo mismo les hacen paros que manifestaciones, incluso de empleados que piden lo indispensable para desempeñar sus funciones, cuando no el pago a tiempo de sus emolumentos.

Y sienten que, más que ganarlos, están perdiendo sus bonos, reales o supuestos.











Veracruz, ¿falla impulso a economía?


Por Álvaro Belin Andrade




A 90 días del gobierno de Javier Duarte de Ochoa, hay muchas señales que apuntan a una no muy equitativa productividad de los secretarios del despacho, lo que puede generar asimetrías preocupantes en el desarrollo de la acción gubernamental.

No todos los secretarios están trabajando al ritmo que les ha marcado el gobernador Duarte y, más importante aún, al que deben responder para que el estado pueda salir más tempranamente del marasmo económico que dejó como herencia Fidel Herrera Beltrán.

Mientras unos secretarios andan más entrampados en sus proyectos políticos, como el de Educación, Adolfo Mota Hernández, otros andan paralizados porque sus altos estudios en el ámbito internacional operan como camisa de fuerza que les impide entender la realidad real, la cotidiana, aquella que tiene que ver con el juego entre los factores de la producción.

Pongamos por caso el del secretario de Desarrollo Económico y Portuario (Sedecop), Érik Porres Blesa, descendiente de una familia millonaria de la zona de Córdoba, a quien se le ubica como parte del pago hecho al exdirigente nacional del Partido Acción Nacional, Manuel Espino, por haberse prestado a un duro golpeteo político y mediático contra Miguel Ángel Yunes Linares.

Real o mera especulación, lo cierto es que el nombramiento hecho por el gobernador Javier Duarte sobre la persona de este bisoño funcionario, sin experiencia en la administración pública e, incluso, pillado a mitad de sus estudios de maestría en Comunicación por la Universidad Iberoamericana, cayó en el silencio de estupefacción que genera una decisión inesperada.

Algo debe tener este cordobés como para encomendarle una dependencia que, tradicionalmente, ha sido un mero gabinete de relaciones públicas, una especie de oficina para atención y cortesía para empresarios grandes, y de supuestos programas encaminados a apoyar las micro, pequeñas y medianas empresas.

Eso ha sido lo que tradicionalmente hace esa secretaría, pero lo que debe y puede hacer es extraordinariamente importante para los veracruzanos, sobre todo si de generar empleos se trata.

Pero no. Cuando se supo que este muchacho tomaría la Sedecop, se entendió que la dependencia tendría el mismo opaco objetivo que ha tenido, sobre todo con su titular precedente, a quien solo se le escuchaba cuando regresaba de sus viajes a los tianguis turísticos de Acapulco o como mero adorno en reuniones donde ni la boca abría.

Es extraño que en ese tenor haya sido la decisión del gobernador Duarte, sobre todo cuando recibió a un estado que demandaba recuperar dinamismo económico.





Porres Blesa, ¿vocero de Perlasca?

Y empezaba esta reflexión sobre la diferencia de actividades entre secretarios, porque en los últimos días, Porres Blesa ha hablado de economía, pero refiriendo logros no de su secretaría sino de la que encabeza Leticia Perlasca, la de Turismo y Cultura.

Me ha sorprendido que no haya abierto la boca para mencionar gestiones o programas que hubiesen salido de su equipo de trabajo, sino que se refiriese a los efectos de la promoción turística en torno a festividades tradicionales como, en este momento, el Carnaval 2011.

Ha hablado de derrama económica previsible, de número de visitantes, de impacto en la economía de la zona conurbada por efecto de las festividades carnestolendas, de todo aquello que, con mejores datos y sobrada justificación, ya ha hablado la exdirectora del sistema de Colegio de Bachilleres (Cobaev).

Leticia Perlasca Núñez, en efecto, ha tenido una destacada participación desde el inicio mismo del actual gobierno. A diferencia de la alcaldesa xalapeña, Elízabeth Morales, quien no promovió sino que hizo turismo en España, Perlasca Núñez ha logrado conjugar acciones para que las fiestas tradicionales tengan un efecto de recuperación de las economías locales, afectadas gravemente en 2010 por los fenómenos meteorológicos.

Primero, las fiestas de La Candelaria, en Tlacotalpan; luego, las fiestas del Carnaval 2011, aunque en este punto ha sido muy importante el trabajo de la alcaldesa Carolina Gudiño; ahora, la Cumbre Tajín.

¿A qué se mete ahí Eric Porres Blesa? Mejor que se ponga a trabajar en lo que le fue encomendado.