
UV, la insana descortesía
Por Álvaro Belin Andrade
Por Álvaro Belin Andrade
En los últimos meses, al rector Raúl Arias Lovillo se le ha visto muy estresado.
Las penurias económicas por las que atraviesa la Universidad Veracruzana le han hecho utilizar los micrófonos, tanto propios como los que le proporcionan los medios de comunicación, para lanzar duras diatribas.
Sin restarle la más mínima razón a sus alegatos públicos, en los que por cierto ha estado ausente la más básica de las cortesías, lo cierto es que, buen académico, Arias Lovillo ha mostrado serias dificultades en materia de negociación para obtener fondos económicos adicionales.
Y eso lo tiene realmente consternado.
La lucha del rector universitario, sin embargo, semeja la emprendida por el Quijote contra los molinos de viento, lo que hace sospechar un móvil político más que una real intención de mejorar la situación financiera de la casa de estudios.
Por ejemplo, en lo que al gobierno estatal se refiere, sus demandas públicas han iniciado prácticamente una vez que su antiguo aliado, Fidel Herrera Beltrán, ha concluido su mandato.
Y ello, pese a que –según se desprende de sus declaraciones– fue durante dicha gestión cuando se afectaron los flujos de recursos federales, depositados por la SEP en la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan).
El más público de los diques construidos en la Sefiplan, y que ha mantenido en ascuas a miles de jóvenes veracruzanos, es el que ha detenido los recursos orientados al pago de los apoyos del Programa Nacional de Becas para Educación Superior (Pronabes).
Como éste, sin embargo, ha habido otros y con muchos más recursos en juego.
Por ello, en diversos foros nacionales (como los de ANUIES) e internacionales, en su calidad de presidente de la Organización Universitaria Interamericana (OUI), Arias Lovillo, además de exigir presupuestos multianuales, ha insistido en que los recursos del presupuesto federal les sean depositados directamente a las universidades.
En efecto, para nadie es un misterio que en todos los gobiernos estatales, las áreas administrativas (como la Sefiplan en Veracruz) utilizan recursos frescos como los enviados a la universidad pública, para apagar fuegos no precisamente fatuos, postergando su aplicación en los rubros para los que fueron etiquetados.
Como las vividas por la UV, prácticamente todas las dependencias y organismos públicos también experimentaron privaciones por esta práctica tan usual como ilegal.
Lo que parece extraño es que hasta ahora, en que ha entrado un nuevo inquilino en Palacio de Gobierno, Arias Lovillo haga más diáfana esta denuncia que, otrora, sólo mereció mensajes cifrados.
Y su discurso puede ser para dos destinatarios: Javier Duarte de Ochoa y su nueva estructura financiera y gubernamental, como para poner a tono el músculo político; y los propios universitarios, como una forma de cerrar filas en su favor y esconder sus torpezas en materia de gestión financiera.
En artículo publicado en diversos medios, Arias Lovillo señala:
“En este Consejo Universitario próximo, haremos nuevamente una reflexión a fondo del entorno político. Hay evidentes hechos que nos obligan a hacerlo. Hay esbozos unilaterales de que se está modulando una nueva relación con el gobierno local, que esperamos [sea] de comprensión y respeto”.
¿Lovismo contra lobbismo?
Lobbismo o cabildeo es lo que ha faltado, y mucho, en la Universidad Veracruzana desde que Arias Lovillo asumió el cargo de rector.
Hace ya muchos años que el gobierno federal detuvo los incrementos presupuestales por la vía del subsidio ordinario, para poner en juego una competencia, a veces cruenta, entre las universidades públicas por disponer del denominado presupuesto extraordinario.
Como todo mundo lo ha podido constatar, en materia de ampliación de la infraestructura física, la UV ha crecido de manera marginal, sobre todo en comparación con lo logrado en la gestión de su antecesor.
En los últimos cinco años sólo los proyectos de las unidades de servicios bibliotecarios y de información (USBI) en los campus de Ixtaczoquitlán y Córdoba han podido ser finiquitados.
El otro proyecto, la sala de conciertos para la Orquesta Sinfónica de Xalapa, en el Campus para la Cultura, las Artes y el Deportes de la capital veracruzana, ha crecido a la velocidad de una oruga, pese a que el anterior mandatario estatal muchas veces se llenó la boca con pronósticos inexactos sobre su entrega a la comunidad xalapeña.
Ha habido, sí, proyectos arquitectónicos para institutos y facultades en diversos campus universitarios, pero lo cierto es que no se ha manifestado el empuje que permitió dotar a la UV de establecimientos dignos y modernos para el fomento de la docencia, la investigación, la lectura, la confluencia con las nuevas tecnologías y el aprecio por la cultura y las artes.
¿Falta capacidad en la universidad para elaborar proyectos que compitan con los de otras universidades y obtengan recursos extraordinarios que compensen las desigualdades que acusa el presupuesto ordinario?
Por supuesto que no. Es la misma comunidad universitaria que atrajo, en tiempos anteriores, importantes inversiones para proyectos orientados a fortalecer la calidad académica, el soporte tecnológico indispensable y las instalaciones modélicas con que hoy cuenta.
Lo que falta es un equipo administrativo central que empuje hacia la definición de proyectos que convenzan a las autoridades federales, con una visión integral.
Y eso es de lo que adolece la administración que encabeza Raúl Arias Lovillo.
Por eso se desgañita en el desierto, acompañado de un coro en que sobresale la voz de tenor del diputado Enrique Levet Gorozpe, dirigente del sindicato académico (Fesapauv) y de la Confederación Nacional de Trabajadores Universitarios (CONTU).
Pero el famoso Papo Levet hace bien en movilizar a sus huestes para presionar al gobierno federal para que materialice incrementos importantes a educación superior.
El problema es que el rector Raúl Arias Lovillo se sienta dirigente sindical y salga a las calles para corear consignas, cuando lo suyo es cabildear en el congreso federal y ponerse en mangas de camisa para generar propuestas que le atraigan recursos de las bolsas del presupuesto extraordinario.
¿O lo que quiere es que se le recuerde como el activista político de izquierda que fue en su ya lejana juventud?