Odio quiero más que indiferencia

 

Álvaro Belin Andrade

 

HORA LIBRE

 

 

Si tuviéramos que medir la popularidad de los personajes de la política que se mueven rumbo a los comicios estatales de 2016, no solo tendríamos que medir el grado de aceptación con base en los comentarios positivos que reciben de los analistas de los medios de comunicación estatales y nacionales, sino también en los negativos, una especie de odiómetro que permita medir su permanencia en la lista de los notables, de los visibles e, incluso, de los posibles.

 

            Aunque los comentarios periodísticos en cualquiera de los dos sentidos tienen poca mella en la decisión de los ciudadanos y, acaso, pueden servir para normar el criterio entre los columnófagos (o comentófagos, si lo prefiere, para designar al por desgracia escaso público que lee columnas políticas), lo cierto es que de todas maneras sirven para establecer quiénes mantienen la tea encendida y cuáles otros pareciera que se les acaba el pabilo, sumiéndose en la oscuridad de la displicencia.

 

            “Odio quiero más que indiferencia, porque el rencor duele menos que el olvido”, reza la letra de una de las canciones más populares de Julio Jaramillo, y en política parece que tiene más sentido que en el amor.

 

Pégame pero no me olvides, parecen decir varios políticos a los columnistas. Algunos de los que aspiran a hacer campaña gubernamental en 2016, sea porque no huelen ni hieden o por estrategia política, parecen relegados al ostracismo de los observadores, quienes de tanto olvido ni siquiera los conminan al infierno de sus agudas críticas o a la gloria de sus encendidos panegíricos.

 

Otros, en cambio, están haciendo tanto ruido, se mueven con tanta versatilidad en los temas más candentes de la realidad veracruzana que siempre están a punto en las columnas y artículos editoriales, sea para resaltar sus enormes oportunidades para tomar la bandera de la sucesión de Javier Duarte de Ochoa o para denostar sus trayectorias, sus traiciones y sus andanzas pasadas y presentes.

 

 

 

 

Los olvidados

 

El grupo de los olvidados se ha alimentado copiosamente por quienes, habiendo sido señalados de ser los continuadores de la Fidelidad, hoy forman una minúscula parte de un grupo riñonudo de políticos de toda la geografía nacional que buscarán tomar por asalto la tribuna en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión y arrebatar las comisiones legislativas, a costa de quienes se les pongan enfrente.

 

Ya hemos visto cómo el único que ha tenido buena estrella es el exsecretario de Desarrollo Social y diputado federal por Los Tuxtlas, Jorge Carvallo Delfín, a quien el coordinador de los diputados del PRI, César Camacho, nombró como uno de los 16 vicecoordinadores de su numerosa fracción parlamentaria.

 

El toluqueño hizo relucir la patria chica ante el exdirigente nacional priista y, como lo corrobora una fotografía al momento de tomar protesta como diputado federal, era el único sonriente del grupo de los veracruzanos, mientras a su lado y atrás veíamos adustos, serios, infelices y olvidados a los diputados Érick Lagos Hernández (Acayucan), con todo y ser el coordinador de la diputación veracruzana del PRI-PVEM; Alberto Silva Ramos (Tuxpan) y el empequeñecido Adolfo Mota Hernández (Xalapa Rural).

 

Como en la película de Luis Buñuel, Los Olvidados, esta tríada de niños de la Fidelidad han ido perdiendo combustible, primero porque pasaron un largo periodo desde los comicios del 7 de junio hasta que recibieron su constancia de mayoría, pasaron los periodos de impugnación y protestaron como diputados federales, y ahora deberán pasar un tiempo a que empiecen a mostrar agallas para enfrentar a sus aguerridos pares, no solo del PRI-PVEM sino de la oposición panista, en especial del diputado Miguel Ángel Yunes Linares, y del PRD y Morena.

 

Además de ellos, quien no ha podido prender mecha es el diputado local Renato Tronco Gómez, una mala caricatura de El Bronco neolonés, quien después de sus tiempos de gloria mediática con su reality show para encontrar a su doble (seguido incluso por las televisoras y agencias informativas internacionales, atraídas por la ridiculez del paisano), hoy cuelga su sarape desde su apagado jamelgo por caminos alejados de los reflectores.

 

A ninguno de ellos, por supuesto, se le puede expedir carta de defunción política, porque solo están en calidad de desaparecidos. Algunos dicen que a Érick Lagos y a Alberto Silva se les vio comiendo con Duarte y los alcaldes de Veracruz y Xalapa en El Cacharrito de Boca del Río, muy felices hasta la hora de la cuenta en que tuvieron un pequeño contratiempo, pero lo cierto es que han preferido alejarse de los mentideros políticos locales para enfocarse en el Congreso.

 

 

 

 

El odiómetro a todo lo que da

 

Quien se regodea en la fama gratuita que le obsequian sus detractores es Gerardo Buganza Salmerón, el único aspirante a candidato independiente que no pasa un solo día sin cincelar su futura campaña, aunque desde el PAN, desde el PRI y desde casi todos los partidos se le torpedea calificándolo por lo menos de traidor.

 

            Rey sin trono tras el fraude de Fidel Herrera Beltrán, cuando prácticamente obtuvo el triunfo que le hubiera convertido en el primer gobernador de la alternancia política en tierras jarochas, Buganza daría un fuerte viraje al abandonar el PAN cuando Felipe Calderón, tras el famoso pastelazo, impuso a su entonces director del ISSSTE, Miguel Ángel Yunes Linares, como candidato blanquiazul para suceder a Fidel.

 

            Enemigo político del choleño, quien le quitó la posibilidad de buscar por segunda ocasión la gubernatura, Buganza se sumó a la campaña de Javier Duarte de Ochoa para evitar que ganara el PAN, y ya conocemos la historia tras ese chaquetazo: en el gobierno duartista fungió como Secretario de Gobierno dos veces (y en medio, secretario de Infraestructura y Obras Públicas), y hoy ha salido como el tiburón morado que lo puede colocar como una versión engañosamente tersa de El Bronco.

 

Y ha pisado alfombras anti partidistas. Cuando recientemente dialogamos con él en ocasión de una invitación con el Grupo de los 13, claramente señaló su animadversión por los partidos políticos. No solo porque en el que militaba y del que fue Senador y candidato a Gobernador, el PAN, lo traicionó y, en el caso de la campaña al gobierno, le hizo pagar de su propio bolsillo la cuenta (más de 40 millones de pesos), dejándolo en la inopia y obligándolo a viajar a la ciudad de México en autobús o de aventón para cumplir en el Senado, sino porque ve en ellos la más clara manifestación de la corrupción organizada.

 

            Ya se ha reunido con el próximo gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, y el apoyo que este le dará para su campaña será invaluable. Buganza nos confió que el equipo de El Bronco ya capacita al suyo en materia de marketing político, comunicación, organización y demás. Y recientemente se reunió con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas para establecer vínculos políticos orientados a crear opciones ciudadanas.

 

            Queda claro que no pasará desapercibido y que cada día dará de qué hablar. ¿Le preocupa que le hagan campañas de escarnio por haber ‘traicionado’ al PAN y haber apoyado a Javier Duarte? Difícilmente. Cada día lanza un nuevo tema para la agenda política de Veracruz y los golpes que le enderezan sus contrarios, por sí o por interpósitas personas, lo único que logran es que vaya siendo conocido por más ciudadanos.

 

            ¿Qué le hace persistir en su empeño? Según él, los resultados de encuestas en que ha notado el crecimiento de la opción de votar por un candidato independiente entre los veracruzanos, al punto de llegar al 70 por ciento. Sabe también que eso ocurre cuando no hay candidatos partidistas definidos, lo que puede hacer disminuir esa pulsión política.

 

            Otro que sigue siendo golpeado es precisamente el archienemigo de Buganza, el diputado Miguel Ángel Yunes Linares quien, por cierto, no asistió a tomar protesta a la Cámara de Diputados y ello ha servido para acercarle el paquete. Este domingo ha mandado una explicación: se encuentra en el extranjero cuidando al senador Fernando Yunes, su hijo, aquejado por una neumonía.

 

 

 

 

Los que están en la cresta de la ola

 

Solo de paso, porque ya se comenta mucho de ellos, señalaré que quienes están con el mercurio marcando temperaturas dignas de canícula son, en ese orden, los senadores priistas José Francisco Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa. Ambos se ubican en el ala crítica del PRI, acaso porque deben contener la maldición fideliana de que ningún Yunes llegue al principal despacho de Palacio de Gobierno.

 

            Los enroques en el gabinete de Enrique Peña Nieto apuntan a un mayor beneficio para Pepe Yunes, por el fortalecimiento de los economistas sobre los políticos que, en sano castellano, quiere decir que Luis Videgaray ha adelantado pasos en la sucesión presidencial sobre Miguel Ángel Osorio Chong.

 

            Ya sabíamos que Pepe, además de Videgaray, es amigo muy cercano de José Antonio Meade Kuribreña; mientras este estuvo en la cancillería le podía ayudar para gestiones que tuvieran que ver con el traslado de paisanos de Estados Unidos a su tierra natal o para apurar algún trámite diplomático, pero Meade se ha hecho con la Secretaría de Desarrollo Social y ese sí que es un activo político invaluable.

 

            ¿Quién más? No hay que olvidar a Tomás Ruiz González, titular de la SIOP. Sin embargo, este experto en finanzas busca agrandar su figura mediante un trabajo ejemplar en la dependencia, y no hay día que no anuncie una obra o establezca compromisos con alcaldes y grupos sociales, lo que le puede redituar muchos bonos, en caso de que de Finanzas no le salgan con que no hay recursos y que todo lo que acuerde se vaya al carajo.

 

            En los siguientes días hablaremos de los posibles desde el bando de la oposición. Por lo pronto, no me olviden. Ódienme pero no me olviden.

 

 

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El oportunismo de Miguel Ángel Yunes
 

 

Álvaro Belin Andrade

 

HORA LIBRE

 

A los pretendientes panistas a la minigubernatura, que se diputará en 2016 para suceder a Javier Duarte de Ochoa, les urge salir a la palestra pública con mensajes sensacionalistas, con discursos incendiarios que ocupen los principales titulares de los periódicos, portales informativos y medios masivos de comunicación.

Uno, Juan Bueno Torio, está saliendo del Congreso de la Unión; al otro, Miguel Ángel Yunes Linares, le urge que pasen rápido los 12 días que restan para tomar posesión en San Lázaro.

 Solo con propuestas altisonantes o críticas feroces pueden hallar espacios gratuitos en la prensa veracruzana, porque sus peroratas han tenido poco eco en la nacional, donde cuesta más trabajo y dinero convencer a los editores.

Por eso, los panistas aprovecharon San Lunes para hacerse de notoriedad. Ambos aprovecharon la información ofrecida por el gobernador Javier Duarte de Ochoa a las 7 de la mañana en una conferencia de prensa inusual por su contenido: el monto de la deuda pública. El segundo dio más resonancia al tema de la seguridad, pero también golpeó por el lado de la deuda.

Para Bueno Torio, que buscará vencer a Yunes en las primarias panistas para obtener la candidatura en 2016, la deuda de Veracruz es mayor de lo que señaló Duarte, quien dijo que es de 44 mil 470 millones de pesos (reunida la estatal y la de los municipios). Dijo que, según sus cuentas, es del doble, porque el gobernador no mencionó los pasivos con prestadores de servicios y contratistas.

Lo cierto es que Duarte sí mencionó ese tema aunque no lo precisó porque, según él, es muy fluctuante: cada día se adquieren nuevos pasivos y, al mismo tiempo, se disminuyen otros, derivado de los calendarios de pagos.

Por su parte, y luego de acudir a un desayuno con la rectora Sara Ladrón de Guevara, Miguel Ángel Yunes convocó a conferencia de prensa en que hizo énfasis en la situación de violencia que aqueja a Veracruz, aunque no dejó de tocar (destinando un tiempo similar: 13 minutos) el asunto de la deuda pública.

 

Las propuestas desmedidas

 

Diputado federal electo por la vía plurinominal, Miguel Ángel Yunes Linares parece haber obtenido la venia del nuevo dirigente panista, Ricardo Anaya Cortés, quien había ganado la víspera sobre el senador Javier Corral, de iniciar su camino rumbo a los comicios locales de 2016.

En su conferencia de prensa anunció de hecho que haría mucho ruido en la Cámara de Diputados, a partir de este primero de septiembre, sobre los casos de corrupción, endeudamiento y violencia que afectan a Veracruz.

Es cierto que se requieren voces críticas en el Congreso de la Unión que hagan voltear los ojos de la opinión pública nacional sobre lo que sucede en Veracruz, no solo en el tema de la violencia contra los periodistas. El problema es que Yunes Linares ha mantenido su perfil pendenciero, el ímpetu golpeador que nubla la razón, el que lanza la andanada del pugilista en lugar de aplicar la estrategia meditada y con más posibilidades de efectividad.

El lunes, por ejemplo, prometió impulsar una comisión especial para analizar el caso de Veracruz y su gobierno en cuanto a las finanzas públicas, y proponer la designación presidencial de un comisionado especial, como ocurrió en Michoacán, para atender la creciente violencia, tema este último en el que ha insistido y que difícilmente conseguirá.

Y es que Veracruz está lejos de la situación de absoluta ingobernabilidad que guardaba el estado del Pacífico. Eso no quiere decir que la violencia no sea grave en el solar jarocho, el problema es que Yunes Linares extrapola tan grotescamente los términos que él mismo sabe que no pasará de la pantomima publicitaria.

Para justificarlo recurrió a datos de 2011 cuando, efectivamente, Veracruz fue el escenario y el abastecedor de cadáveres de las bandas criminales que enfrentaron una guerra cruenta por posesionarse de tan importante enclave para sus negocios.

Pero hizo una extraña comparación por lo que implícitamente concede: del último año de Fidel Herrera (su archienemigo) al primero de Duarte, los homicidios crecieron en más del 100 por ciento, según datos del INEGI.

Y sí, en las cifras oficiales así aparece, aunque Yunes debe recordar que por ejemplo el secuestro fue la peor plaga durante el fidelato y, sin embargo, en las cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública lo reportado por la entonces Procuraduría General de Justicia fue de menos de 10 al año e, incluso, en 2009 aparece con cero secuestros. No se explican esas cifras cuando el propio Fidel Herrera creó un fondo para el pago de los rescates.

Su pariente, el senador Héctor Yunes Linares, por ejemplo, ha insistido en que el gobierno federal envíe, y lo más pronto posible, a la gendarmería para fortalecer las acciones de prevención y combate a las bandas criminales en puntos calientes del estado como Poza Rica e, incluso, la zona de Córdoba-Orizaba.

Y efectivamente, si no son suficientes los efectivos estatales y los que han mandado las fuerzas federales, habrá que solicitar la intervención del cuerpo de élite, y no un Alfredo Castillo que, como ya sabemos, ennegreció el panorama michoacano, de donde lo sacaron para ir a dirigir la Conade.

Que su propósito es más bien político, no cabe duda. Su propuesta para crear una comisión del Congreso de la Unión para revisar el endeudamiento de Veracruz también peca de insolvente. Bueno fuera que la Cámara de Diputados tuviera esas atribuciones: habría contenido el sobreendeudamiento de las entidades con más riesgo.

Según la SHCP, las entidades con mayor deuda como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) estatal son: Chihuahua (8.6%), Quintana Roo (8.3), Coahuila (6.5) y Chiapas (6.1). A ellas les siguen: Nayarit (5.5), Nuevo León (5.0) y Veracruz (4.4 por ciento).

Ya sabemos que la SHCP tiene muy bien establecido el nivel de deuda pública de cada estado y municipio del país, y el propio secretario Luis Videgaray señaló que la deuda de los dos niveles locales de gobierno no representa un problema para las finanzas públicas: “El país tiene un bajo nivel de endeudamiento estatal y municipal como porcentaje del Producto Interno Bruto”.

También afirmó que la deuda que han alcanzado los gobiernos locales no es un asunto que presione las finanzas de México, aunque sí llama la atención la velocidad a la que se han endeudado los estados y municipios en los últimos años.

Parece claro que el gobierno federal tiene bien medido el problema. Según Videgaray, en el periodo 2008-2013 la deuda estatal y municipal del país pasó de ser equivalente al 1.7 por ciento del PIB a 3.1 por ciento, un nivel por debajo del registrado en otros países como Argentina, donde es 7 por ciento del PIB; Brasil, que registra 12 por ciento, y Estados Unidos, 18 por ciento.

Si nos atenemos a las iniciativas presentadas por el presidente Enrique Peña Nieto, con las que se exigirá mayor transparencia en el registro de la deuda y en las condiciones de la contratación de los créditos de los gobiernos locales, la propuesta de Yunes Linares parece más un fuego de artificio que una idea que pueda ser acordada de manera paralela a los mecanismos que, ya sea en esta o en la Legislatura que entra el primero de septiembre, sean discutidos y aprobados.

En todo caso, lo que sí podría impulsar es que la Auditoria Superior de la Federación, un órgano de la Cámara de Diputados a la que él se integrará el 1 de septiembre, sea más sólida en sus observaciones, y propugnar por que tenga más atribuciones fiscalizadoras e, incluso, punitivas, para atacar la corrupción que es tan evidente en el gobierno de Javier Duarte de Ochoa.

Pero a Miguel Ángel lo que le urge es ganar los reflectores y, en ese contexto, cómo le pedimos que medite más su discurso crítico.

 

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¿Cómo dilapidar la fortuna de Veracruz?

 

Álvaro Belin Andrade

 

HORA LIBRE

 

 

Aunque Veracruz no le fue entregado como una empresa boyante ni el ‘padre’ dejó con números negros las finanzas públicas de la entidad, lo que ha ocurrido con la economía estatal durante el gobierno de Javier Duarte cada vez semeja más a la de una herencia que ha sido dilapidada por el sucesor.

 

Engolosinado con una caja a la que ingresan pingües recursos, en lugar de destinarlos a mantener a flote la desmedrada contabilidad del emporio y disminuir las pérdidas, los ha utilizado para caras banalidades, pirotecnia financiera, compras de pánico en el mercado electoral, lujos mediáticos y fiestas con amigos tontos que no tienen llenadera.

 

A Duarte, la fortuna le pilló de pronto sin que tuviera bajo el brazo un plan riguroso y disciplinado para enmendar los excesos del ambicioso ‘padre’, quien endeudó hasta las canillas un estado que ya le había dejado con enormes pasivos quien inició en Veracruz la caída vertiginosa de las finanzas públicas.

 

En efecto, Miguel Alemán Velasco, quien fue recibido como la esperanza de que Veracruz saldría del subdesarrollo gracias a ideas atrevidas (como que construiría carreteras con puentes y túneles para abreviarlas), relaciones con el mundo empresarial nacional e internacional (que vendrían con gozo a invertir y generar empleos) y una fortuna que le haría inmune a la tentación de meter mano a los caudales, se sirvió con la cuchara grande, junto con amigos de clase que vieron en la entidad no el hábitat de una población necesitada de desarrollo sino la tierra prometida para hacer negocios con el dinero público.

 

Ya todos sabemos que el exgobernador Patricio Chirinos Calero le dejó en caja a Alemán unos 2 mil 500 millones de pesos para usarlos en las obras públicas que anhelaban los jarochos, pero nunca operó el milagro; en cambio, facilitó negocios personales, dejando una deuda pública que rebasaba los 3 mil 500 millones de pesos.

 

Y entonces llegó Fidel. Si el de cuna millonaria no nos había ayudado, muchos pensaron que lo haría el de cuna humilde, oriundo de una pequeña comarca de la Cuenca del Papaloapan, con un discurso inteligente y fresco que lo hacía aparecer como el que conocía a fondo los múltiples y diversos problemas del estado y con la capacidad de encararlos con soluciones definitivas e inéditas.

 

¡Vaya fiasco! Los seis años del famoso Tío Fide fueron de un control personal de las finanzas públicas en todos los rincones de la administración estatal, para usarlas en propósitos personales y políticos que le permitieran instaurar una prolongada prevalencia de su grupo, descabezar los liderazgos políticos en todos los partidos y organizaciones sociales para asegurar un control casi dictatorial en un entorno en que el gobierno federal panista permitía a los gobernadores del PRI convertirse en virreyes, usar discrecionalmente los recursos públicos en el culto a su personalidad, privando a los veracruzanos aún de la más mínima manifestación de prensa crítica u objetiva, y permitir los más negros pasajes de impunidad que hemos sufrido los veracruzanos ante la acción descontrolada de las organizaciones criminales.

 

El resultado fue desastroso. Amén de haber dispuesto incluso de los recursos enviados por el gobierno federal para atender los múltiples desastres naturales, la primera parte de la Fidelidad nos dejó con una deuda histórica que muchos calculan superior a los 80 mil millones de pesos, una prevalencia del crimen organizado que enlutó y empobreció a miles de familias, el predominio de un ejército de políticos imberbes que le rendían absoluta pleitesía sin haber aprendido siquiera a administrar sus crecientes fortunas… y a uno de sus delfines, Javier Duarte de Ochoa, en el gobierno estatal por los siguientes seis años.

 

 

 

La austeridad, para los pobres

 

Amén de los persistentes escándalos por los homicidios de periodistas, cuyo culmen ha sido el caso Narvarte, el gobierno encabezado por Javier Duarte no ha dejado testimonios de una voluntad política para remediar la grave situación financiera de la administración pública.

 

El inicio de su gobierno fue verdaderamente accidentado. Rotos los posibles acuerdos con los grupos delictivos dominantes y la incursión de nuevas bandas, además de la carencia del más mínimo recurso en caja para afrontar las pantagruélicas deudas dejadas por Fidel Herrera, Duarte debió hacer del discurso el único insumo político tangible.

 

Sus primeras acciones fueron llevar a juicio a exalcaldes de pequeños municipios que habían metido la mano al cajón, anunciar acciones orientadas a combatir la corrupción, un programa de austeridad que incluía un severo ajuste del cinturón en las finanzas públicas, el despido de empleados y funcionarios, la cancelación de la mayoría de los onerosos convenios de publicidad contratados por su antecesor hasta con la más humilde hoja volante y el banderazo a la autopista Tuxpan-Tampico que, al momento, no conocemos si esté en proyecto siquiera.

 

La siguiente acción de su gobierno, obligado por las terribles circunstancias, fue establecer acciones conjuntas con las fuerzas federales para contener la violencia desatada por todos los rumbos de la entidad, que amenazaba con descartar a Veracruz, ya no digamos para las inversiones, sino incluso para el turismo nacional, tema por cierto que fue el más impulsado en esa negra inauguración de su gestión, aprovechando tres eventos de inicio de año: las Fiestas de la Candelaria en Tlacotalpan, el Carnaval de Veracruz y la Cumbre Tajín.

 

¿Qué ha pasado de 2011 a la fecha? Nula obra pública, mayor endeudamiento, dificultades para pagar la nómina y a pensionados, bloqueo de recursos a UV y municipios, una fuerte inversión en seguridad pública que no ha evitado el florecimiento de los índices delictivos, recortes presupuestales, fuertes confrontaciones con los órganos federales de control del gasto y una fuerte derivación de recursos para ganar comicios locales y federales.

 

¿Qué esperamos los veracruzanos? Que por fin haya al menos inversiones en infraestructura de caminos y carreteras, aunque sea mediante la reparación de las existentes pues muy difícilmente se podrán abrir nuevas vías de comunicación; una real austeridad de los mandos medios y altos del gobierno estatal, el cumplimiento con los programas básicos en materias tales como educación y salud, y una mayor transparencia gubernamental.

 

Como decía al principio, el actual gobierno está actuando como el junior que recibió una empresa con muchas posibilidades pero con graves problemas financieros. Como todo heredero inexperto, se ha dedicado a gastar el dinero que no tiene, que no genera, y hoy está desprendiéndose incluso de sus propiedades inmobiliarias para pagar sus gastos y sus excesos.

 

Como consecuencia, la población en pobreza y en pobreza extrema ha crecido de manera vergonzosa en los últimos dos años, la inversión atraída no ha servido para crear los empleos de calidad que requieren los veracruzanos y ha tenido que cancelar o postergar aun las obras públicas más modestas, como reparación de caminos, y es posible que deje para la posteridad la culminación de las pocas obras que son de gran envergadura como el túnel bajo el río Coatzacoalcos.

 

Si quiere corregir la grave crisis política que le pudieron endilgar con al caso Narvarte, ya va siendo hora de que haga algo por este estado, convertido en un erial de desarrollo y una vergüenza internacional en materia política.

 

 

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Partidos, de la insana cercanía a la lucha intestina

 

 
Álvaro Belin Andrade

 
HORA LIBRE

 

 

Con un dirigente nacional cuyo cambio no se presta a ninguna vicisitud pues lo determina su principal amanuense, Andrés Manuel López Obrador, Morena no parece que tenga en puerta conflicto interior alguno. En efecto, aunque ya se escuchan las campanas para despedir a Martí Batres Guadarrama, un dirigente a modo que permite al Peje moverse en campaña sin atender asuntos pedestres, lo cierto es que quien quede será producto de una orden superior.

 

Lo mismo ocurre en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), donde la asunción de Manlio Fabio Beltrones, negociada con el mismo presidente Enrique Peña Nieto, no solo cayó como una pieza ajustada sino incluso parece que fortalecerá la figura presidencial. El propio sonorense ha anunciado el fin de la llamada ‘sana lejanía’, impuesta por el último presidente de la era priista, Ernesto Zedillo, y la vuelta al PRI unido y monolítico, cuyas decisiones más importantes emanan directamente de Los Pinos.

 

Por el contrario, el Partido de la Revolución Democrática enfrentará un cambio anticipado, urgente en su dirigencia nacional (a la que le restaban meses para concluir su gestión estatutaria), luego de que Carlos Navarrete se vio obligado a poner su cabeza en el centro de la mesa en una maniobra desesperada por detener la caída vertical de un partido cuyo único bastión, el Distrito Federal, seguramente perderá en los próximos comicios de Jefe de Gobierno en 2018, si no hacen nada por contener su desprestigio y el crecimiento de Morena.

 

El otro grande, el Partido Acción Nacional, vive otro más de sus trompicados procesos internos para elegir a su dirigente nacional, con la participación de un joven panista, el diputado Ricardo Anaya Cortés, quien ha mostrado fisuras en su comportamiento que le han llevado incluso a titubear ante los ataques por corrupción esgrimidos por su oponente, el senador Javier Corral, a quien sin embargo no dejarán llegar porque confrontaría a la nueva generación de panistas congraciados con el poder, la fortuna y la corrupción. El próximo domingo 16 de agosto podríamos confirmar la carrera ascendente de Anaya.

 

El caso del PRD parece el más complicado. La imposición en la dirigencia nacional de uno más del grupo de los Chuchos, una especie de banda que domina hace años los destinos del PRD, no hizo sino apresurar la salida de importantes cuadros que, o se incorporaron a Morena con Andrés Manuel, o simplemente se la juegan por la libre, manifestándose como una verdadera roca en el zapato de quienes han llevado al partido histórico de la izquierda a su sometimiento al PRI, desde el Pacto por México, y que difícilmente reencontrará el camino para el cambio político del país.

 

 

 

Van por 12 gobiernos estatales

 

 

Como vemos, los principales partidos políticos del país (PAN, PRI, PRD y Morena) renovarán sus mandos con miras a su participación en los comicios de 2016, en que habrá cambios en los gobiernos de 12 estados del país, y en los que casi 27 millones de personas tendrán derecho a emitir su sufragio.

 

Se trata de las elecciones locales más importantes y más numerosas, luego de que en 2015 se renovara el poder ejecutivo en nueve estados. No solo porque son más las entidades, con varios estados en que puede romperse el predominio de un partido político (como el caso de Veracruz), sino por el número de votantes que podrán acudir a las urnas.

 

Llama la atención Veracruz, la entidad con el mayor padrón electoral de entre las que tendrán que elegir a un nuevo Gobernador, con 5.6 millones de ciudadanos registrados. Y es que en el ámbito nacional consideran ya que será una batalla a muerte entre el PRI y el PAN.

 

Mientras en 2010 Javier Duarte, de la coalición PRI-PVEM, obtuvo más del 43 por ciento de los votos que le permitieron acceder al poder (ya hemos visto con qué aciagos resultados) venciendo al PAN (con Miguel Ángel Yunes Linares) que alcanzó el 41 por ciento, para 2015 los números han variado: el PRI y el PVEM lograron el 36 por ciento de la votación (6.5 puntos porcentuales menos que en 2010). Ciertamente, al PAN le fue peor porque apenas obtuvo el 23.7 por ciento, una caída cercana a los 17 puntos porcentuales.

 

De ahí que la posibilidad de que el PRD una fuerzas con el PAN en una alianza por sacar al PRI del Palacio de Gobierno puede redundar en la primera alternancia del poder en Veracruz, porque en los recientes comicios la izquierda en su conjunto (PRD, Morena, Movimiento Ciudadano, PT) obtuvo más del 30 por ciento de los votos.

 

Los otros estados en que habrá cambio de gobernadores son: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Oaxaca (por cuyo gobierno apostará Morena su credibilidad política aliándose con la sección 22 del sindicato magisterial), Puebla (cuyo gobernador saliente, Rafael Moreno Valle, prácticamente se da como seguro candidato presidencial panista en 2018), Quintana Roo, Sinaloa, Tlaxcala, Tamaulipas y Zacatecas.

 

 

 

Luis Arturo Ramos, de puño y letra

 

De nueva cuenta, el escritor minatitleco Luis Arturo Ramos ha prendido sobre su figura las candelas editoriales con una nueva novela, De puño y letra, donde la búsqueda de un manuscrito del poeta Orlando Pascasio desvela al trasnochado poeta-detective Bayardo Arizpe.

 

Este miércoles 12, a las siete de la noche, en el auditorio del Ágora de la Ciudad hablarán de esta obra narrativa Mario Muñoz, Guadalupe Flores, Itzel Guevara, Lucy Ortiz y Víctor Hugo Vázquez.

 

"Bayardo Arizpe es un poeta-detective que se niega a usar celular, computadora o tarjeta de crédito para no hacerle juego al capitalismo y se reúne con sus amigos en una cantina del centro de la ciudad de México dentro de un grupo que han denominado ‘Los Lapidarios’".

 

Reconocido escritor y un gran amigo, Luis Arturo Ramos ha publicado Violeta-Perú (1979), Intramuros (1983), Este era un gato (1988), La mujer que quiso ser Dios (2000) y Mickey y sus amigos (2010), entre otros libros.

 

Del libro que se presentará este miércoles, el egresado de Letras Españolas de la UV, quien ha impartido cátedra en la Universidad de Missouri y actualmente coordina la maestría en Creación Literaria en la Universidad de Texas en El Paso, señala

 

"Tenía que inventar un personaje que es un detective, que también es poeta. Nunca lo entrevistan en canal 22 o no le dan becas de Conaculta, pero tiene su lugar; es soltero además, pero también los solteros comen, se dedica a dar talleres literarios, a vender libros usados y también a descubrir adúlteros. Este es mi personaje central, se mete a buscar el famoso libro y ahí le van a pasar una serie de situaciones”.

 

No se pierda la presentación ni vaya a dejar de comprar un ejemplar de la última novela de Luis Arturo Ramos.

 

 

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